Nací en ese rincón tan verde de España llamado Asturias. Ahora vivo en Cádiz, donde abrí una floristería en el centro de Barbate.
Crecí rodeado de flores en el jardín que mi madre había plantado y cuidaba con esmero. Fue ella quien me inculcó el amor a las plantas y el placer de verlas crecer. Gracias a su influencia, hoy armonizo mi trabajo con aquello que amo. Recuerdo que, siendo aún muy pequeño, me encantaba escogerlas para componer los arreglos florales que alegraban nuestra casa. Las flores tienen ese superpoder. Contienen un rotundo discurso silencioso sobre la diversidad de la naturaleza. Simplemente me fascinan.
Por otro lado, a lo largo de mi vida, he ido desarrollando mi pasión por el interiorismo y el amor por los detalles capaces de transformar cualquier ambiente en un lugar especial. Me encanta escoger con mimo las piezas que voy adquiriendo tanto para mí como para mis clientes.
Actualmente aúno mis dos pasiones, las flores y la decoración, trabajando con una máxima que también rige mi vida : “ la contemplación de lo bello nos hace más felices.” Apuesto por creer que, pararse a oler las flores, así como los pequeños detalles, siempre merecerán la pena.
Por cierto, el brazo tatuado con un bosque, que veis en las fotos, es el mío.